Resumen: la trata de personas con fines de explotación sexual ha devenido en una de las industrias más lucrativa de todos los tiempos. El desarrollo tecnológico, la falta de control transfronterizo y la corrupción han sido factores que han posibilitado que la trata d personas con fines de explotación sexual aún exista y con más fuerza entre nuestros países. Sobre los fundamentos teóricos y prácticos de este flagelo trata el presente artículo.
Palabras claves: trata de personas. prostitución. proxenetismo
Sumario: 1. Trata de personas con fines de explotación sexual. Definición.1.1. Posturas teóricas fundamentales. 1.2. Características fundamentales de la trata de personas con fines de explotación sexual. 1.3. Especial referencia a la trata de mujeres y niños con fines de explotación sexual. Referencias
1. Trata de personas con fines de explotación sexual. Definición.
La trata de personas es considerado uno de los negocios más lucrativos del mundo. Se estima que aproximadamente 2,5 millones de personas son explotadas en el mundo y de ellas 250 000 se encuentran en América Latina y el Caribe. El problema de la trata de personas alcanza un carácter multidimensional donde resalta la trata con fines de explotación sexual con un creciente grado de complejidad en los distintos continentes.
Tomando como fuente el Protocolo para Prevenir, Reprimir y Sancionar la Trata de Personas, Especialmente Mujeres y Menores, que complementa la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional, de diciembre 2000, se entiende por tráfico o trata:
"La captación, transporte, traslado, recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, rapto, fraude, engaño, abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación. Esa explotación incluirá, como mínimo, la explotación de la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual…."
1.1. Posturas teóricas fundamentales.
La primera de las posturas teóricas a la que haremos alusión es la sociocultural.
La trata de personas tiene origen en la construcción del individuo, y la construción del colectivo como virtuosos y como la representación de la norma con la que todos deben ser juzgados, particularmente en los países de destino.
La devaluación de los individuos y minorías da cabida muchas veces a tratos deshumanizados que son considerados apropiados por la colectividad mayormente común. De esta manera, el abuso es considerado racional como proceso natural ante lo novedoso como puede ser la inserción de un individuo de “cultura diferente” en una colectividad ajena. Esta es una de las expresiones más comunes y entorpecedoras en los procesos de transculturación producto de la emigración de individuos desde unos países hacia otros. Generalmente las personas emigradas al ser abusados culturalmente, y de otras formas existentes, tienden a sentirse en desventaja por carecer precisamente de los patrones socioculturales en los que se desenvolvían habitualmente y, en muchos casos, hasta asimilan concientemente ser seres inferiores en la nueva colectividad que no tienen iguales derechos ni siquiera a reclamarlos como seres humanos. Este vacío social que siente el emigrado lo torna más vulnerable a ser maltratado y engañado por los nativos al no conocer patrones culturales de comunicación, religión, ética, estética y filosóficos imperantes en su nuevo medio social necesarios como mecanismos de defensa. Muchas veces la sociedad se muestra pasiva e indolente ante los tratos y abusos que sufren estas personas emigradas por considerarlos ajenos a ella. Es muy acostumbrado escuchar frases despectivas equivalentes a: “que regresen a sus países” o “para qué vinieron” lo cual constituyen expresiones de este pensamiento. Ello muchas veces va acompañado de un vacío institucional, jurídico y legal que deja desamparados a los emigrantes.
Este fenómeno al que anteriormente habíamos hecho alusión se torna más complejo cuando se expresa en relaciones internacionales, es decir, entre las relaciones de unos Estados nacionales con otros. No es un secreto que muchas veces existe la degradación de determinados grupos nacionales por su raza, religión, cultura, desarrollo económico o concepciones del mundo por parte de otros países más desarrollados económicamente y de ideología de corte neofacista. Esta última situación obstaculiza el trabajo de instituciones y organizaciones en el interior de estos Estados que vigilan por el tratamiento social, jurídico y legal correcto a las minorías sociales y los emigrantes.
Ahora bien, todas estas situaciones socioculturales antes descritas han servido de plataforma a personas inescrupulosas que han diseñado lucrativos negocios basados en la trata de personas con fines de explotación sexual. Estas personas aludidas, sobre la máxima de que la impunidad es una invitación al crimen aprovechan, escogen para sus negocios de trata países vulnerables por su etnia y cultura y, como destino, otros países de cultura significativamente diferenciada. Esta metodología no sucede al azar, sino que se fundamenta en el rechazo social a estas minorías y en los altos índices de xenofobia en los países de destino. Así pueden operar más libremente disminuyendo los niveles de denuncias en el ejercicio de esta criminalidad.
Es por estas razones que una parte significativa de la doctrina considera que el tema de la trata de persona debe ser estudiado desde la perspectiva sociocultural a partir de la tesis de que todos los individuos deben contribuir al proceso de transculturación de aquellos emigrados sin menoscabo de su identidad cultural. Así la trata de personas debe ser la antítesis social y la efectividad de las políticas públicas diseñadas para evitar la trata de personas con fines de explotación sexual vendría a ser consecuentemente la síntesis del problema sociocultural que representa la trata de personas con fines de explotación sexual.
Somos del criterio que desde esta perspectiva resulta necesario dar más participación a los grupos subalternos en el diseño de las políticas antitrata y tener en cuenta el impacto que tendrán en ellos; También es necesario corregir la imagen de las víctimas como personas carentes de agencia. Finalmente hacemos énfasis en el análisis de cómo se crea la demanda de trata, pues a decir de algunos, ello conllevaría a repensar quién crea tal demanda y admitir que existen dimesiones sociales del problema como la objetivización de ciertos individuos en materia sexual y el papel que juega la sociedad en el mantenimiento de inequidades sociales que hacen a ciertos grupos más vulnerables.
La otra postura teórica en la que suele fundamentarse el estudio de la trata de personas con fines de explotación sexual es el feminismo de nuevo tipo. Para las feministas en general el problema de la trata de personas es principalmente una cuestión de desigualdad de género, de ahí que la mayor parte de las víctimas a nivel mundial sean féminas. No obstante, existen otras escuelas de pensamiento que dimensionan este criterio de manera distinta.[1]
Los más radicales consideran que en virtud de que los hombres tienen el poder adquieren de un mayor acceso a la sexualidad femenina, al punto de poder determinar la definición de mujer y el comportamiento y alcance social de las mismas. Las mujeres entonces, despojadas de sus posibilidades de identificación, se convierten en objetos de intercambio.[2] En este sentido, la prostitución es el mejor ejemplo de este tipo de agresión de género. Razón le asiste, por consiguiente, a Barnhart al afirmar que la prostitución es genuinamente una forma de trata.[3]
Para los feministas la causa de la trata de personas es la subordinación de género a las que han sido sometidas históricamente las mujeres. Así, en sociedades patriarcales, la mujer no puede situarse en condiciones de igualdad al hombre para exigir un intercambio sexual justo debido a la dinámica opresora de la sociedad en que se desenvuelve.
Desde el feminismo cultural se considera que las mujeres tienen una conciencia y cultura distinta a la de los hombres que deriva generalmente devaluada y de ahí la tarea fundamentar de las mujeres en las sociedades actuales: demostrar su gran valor y volverlo un paradigma de referencia en la agenda y debates públicos. Por otro lado encontramos el feminismo socialista. Para esta corriente la trata es una consecuencia de la división social del trabajo en la sociedad capitalista y de la comodificación que experimentan las mujeres allí.[4] En este sentido son vistas como objeto de comercialización y consumo por lo que la prostitución suele ser la mejor salida de muchas al apreciar como reciben menores remuneraciones económicas y posibilidades de superación laboral que los hombres por iguales trabajos y hasta por mayor rendimiento que estos. En conclusiones para combatir la trata de personas el Estado capitalista debe combatir la división de trabajo basado exclusivamente en el sexo.[5]
Los seguidores de la perspectiva teórica de la seguridad ciudadana enfatizan en las causas estructurales que ponen en riesgo a las personas a ser víctimas de la trata de personas con fines de explotación sexual. Esta postura teórica propone incentivar las políticas preventivas victimológicas para eliminar en lo posible todos aquellos factores que originan la prostitución. En este sentido, también se llama la atención sobre el hecho de que estos riesgos se tornan cada vez más internacionales con la proliferación de guerras “preventivas” y el recrudecimiento del ciclicismo de las crisis económicas. Desde esta postura teórica se procura que los gobiernos concentren sus recursos en políticas preventivas eficientes y no en la prohibición. Así como que asuman seriamente el tema de la seguridad ciudadana y no quede en las palabras de un discurso de candidatura política.
Por su parte, la postura teórica que aborda la trata de personas con fines de explotación sexual como un problema de derechos humanos resalta la necesidad de brindar protección y asistencia a las víctimas para evitar situaciones de revictimización y proporcionar los medios y condiciones necesarios para una mayor efectividad de los procesos de desvictimización. De esta manera, recae en el Estado esta función y los gobiernos correspondientes deben incluirla como parte de sus programas políticos. Consecuentemente, deben crearse normas que permitan prevenir el fenómeno y sancionar a los traficantes y proxenetas, así como proteger efectivamente a las víctimas.
Desde la perspectiva de los derechos humanos cualquier persona puede ser víctima de la trata de personas con fines de explotación sexual por ello generalmente se usa un lenguaje neutral e inclusivo. Otro de los aspectos que se abordan desde esta perspectiva doctrinal es la criminalización de las víctimas. No resulta extraño que una víctima de trata de persona con fines de explotación sexual sea condenada por inmigración ilegal o prostitución sin la investigación previa que demuestre que la condición de víctima de la persona objeto de la tata o su interés en la participación. Otro aspecto defendido es la participación de las ONGs en el proceso de asistencia a las víctimas ya que su interrelación con estas posibilitaría enormemente las herramientas con las que ha de contar la víctima en el proceso de desvictimización. También se pretende extender el ámbito de atención y tratamiento a las familias de las víctimas las cuales pueden ser útil en el proceso de recuperación de estas y como testigos de la trata de personas en los diferentes procesos penales que al respecto se inicien.[6]
La perspectiva globalizadora, por su parte, aprecia la trata de personas como un negocio transnacional y global realizado por el crimen organizado. En este sentido, las medidas que se proponen se encuentran relacionadas con la emigración y asuntos transfronterizos, desconociendo en gran medida el problema de la trata interna y la importancia de prevenirla enfrentando los factores que motivan y originan la trata.
Por último haremos mención de la perspectiva criminológica. Según esta postura teórica, la trata de personas en su sentido general constituye una vulneración al orden público y de la dignididad de las personas y, por estas razones, debe ser sancionada por el Derecho Penal. Sobre esta base, debe ser tipificada como delito en los códigos internos de los Estados y en las legislaciones internacionales. Igualmente deben implementarse tratados de extradicción y traspasos de acciones penales en aras de eliminar toda forma de criminalidad organizada en este delito. También se propone definir las agravantes y circunstancias adecuativas de las sanciones correspondientes y recrudecer las mismas contra los reincidentes y multirreincidentes.
1.2. Características fundamentales de la trata de personas con fines de explotación sexual.
La trata de personas es un fenómeno sumamente complejo que, a pesar de su vigencia actual, posee una larga historia teñida de dolor y sufrimientos. Por estas razones ha sido enmarcada fundamentalmente en el acervo teórico y práctico de los derechos humanos. El alto grado de peligrosidad social de esta red delictiva ha llamado la atención de los organismos internacionales ya que le es inherente la transnacionalización como modus operandis fundamental.
Las primeras expresiones de trata de personas se registran con la esclavitud en diversas culturas y continentes. Civilizaciones antiguas como la griega, egipcia, romana y siria concebían la esclavitud como parte de su estructura social y, sobre esta base, establecían regímenes de proiedad sobre los esclavos, los cuales eran considerados subhumanos. Ser esclavo significaba disponibilidad constante a ser intercambiado, prestado o vendido por culquier beneficio y valor. No obstante, en el decursar de los años todas las manifestaciones de trata de personas (inmigración ilegal, tráfico de órganos y fines de explotación sexual) han descrito características que devienen inherentes a esta forma de criminalidad. Entre estas encontramos:
– Organicidad: diferencia de otras tipicidades delictivas, sólo puede configurarse este delito si existe una criminalidad propia organizada, ya que no existe trata de personas con fines de explotación sexual sin la preexistencia de una red organizada desde el terrtorio emisor hasta el territorio de destino.
– Transfronterización: la transfronterización es una característica inherente ya que estas actividades se fundamentan en el traslado de sujetos de un territorio a otro que responden a Estados nacionales diferentes o territorios transfronterizos dentro de un mismo Estado. En este sentido, los traslados legales de personas entre estos países o territorios internos suelen ser muy caros o dificultosos por razones políticas, diplomáticas, jurídicas, religiosas y hasta históricas. Por eso es común encontrar estas actividades muy asociadas con la inmigración ilegal.
– Subordinación: esta actividad se encuentra subordinada a otras criminalidades organizadas como es el proxenetismo, tráfico de órganos, etc. Los tratantes de personas con fines de explotación sexual son como transportadores de materia prima, ya que su función es trasladar a las personas que ejercerán la prostitución de un lugar a otro de manera clandestina. Consideramos que el sentido de subordinación radica en que la trata de personas opera solo por encargo, es decir, cuando en el país de destino se le encarga al tratante la captación, por cualquier medio, de mujeres, hombres o infantes con características determinadas. Así, el tratadista fija un precio per cápita y solo recibe su remuneración cuando hace la entrega oficial. Tras el negocio de la trata de personas con fines de explotación sexual existe un proxenetismo organizado que le sirve de proveedor financiero y contratista. Este proxenetismo organizado es quien establece las pautas de modus operandis, tiempo, lugar y condiciones de ejecución que seguirá el tratante de personas en toda su operación.
– Clandestinidad y mutabilidad: la clandestinidad como característica de la trata de personas con fines de explotación sexual pudiera parecer una redundancia si partimos de la idea de que todo delito es clandestino por ser prohibido expresamente por la ley. No obstante, en el caso de la trata de persona la candestinidad es también un requisito perpetuo. Esta criminalidad se fundamenta en todos aquellos aspectos migratorios políticos y económicos que son prohibidos por determinadas razones, por lo que aún cuando esos elementos y factores sean despenalizados la trata fundamentará su ejecución en otros factores que seguirán siendo negados y así suscesivmente mutará. Con ello queremos decir que a diferencia de otros delitos que pueden ser despenalizados y consecuentemente desaparecer, la trata de personas con fines de explotación sexual siempre será prohibido por su naturaleza lesiva y, por eso, la clandestinidad y la mutabilidad serán parte de su naturaleza.
– Permanencia: La trata de persona no termina con el arribo de la víctima a su lugar de destino. En ese sentido, es ahí cuando comienza su verdadero horror que es la explotación sexual. Esta actividad de explotación sexual se procura, por parte de los nuevos agentes que entran en juego (los proxenetas), que sea perpetuo, ad infinitum. De esta manera si no existe una intervención gubernativa o policial en esta redada la víctima será explotada mientras pueda ser explotada.
Ahora bien, es bastante frecuente la confusión de los términos trata de persona y tráfico de persona. Algo que resulta totalmente incorrecto. Esta confusión proviene de los primeros estudiosos del tema que fueron científicos anglófonos y en inglés el término lingüístico para la trata es trafficking y tráfico es smuggling. De ahí que su similitud con el castellano haya provocado que muchas personas se refieran a la trata como “tráfico”.[7] Lo cierto es que, a pesar de ello, existen otras diferencias conceptuales que encuentran sentido en la estructura objetiva y subjetiva de estos delitos. Así, en la trata no existe libre consentimiento y si se ha dado se presupone que ha sido por coacción, fraude y abuso de poder mientras que en el tráfico de personas el emigrante ilegal, aunque lo haga en condiciones degradantes y humillantes, emprende el viaje por su propia voluntad.[8] Por otro lado, el delito de trata es permanente mientras que el tráfico concluye cuando el emigrante llega a su lugar de destino. Por último podemos señalar que la trata de persona puede suscitarse en el interior de los Estados mientras que el tráfico ilegal siempre implica el traspaso de fronteras internacionales.[9]
1.3. Especial referencia a la trata de mujeres y niños con fines de explotación sexual.
En este epígrafe centraremos nuestra atención en describir, de la manera más ilustrativa posible, cómo opera la trata de persona con fines de explotación sexual en nuestros días. Para ello tomaremos como base los estudios realizados por la Dra. Mexicana Marta Torres Falcón[10] y las especialistas españolas Atria Mier Hernández y Sara Rodríguez Arguelles.[11]
Los primeros pasos que siguen los tratadistas en el contexto de sus operaciones es el análisis de las situaciones socio-políticas y económicas de aquellos países más desventajados en todos los sentidos, pues ello les permitirá reclutar personas pacíficamente, a menor costo y obtener mayores ganancias. Este es el paso más sencillo ya que no es necesario tener conocimientos especializados para comprender la situación económica, política y social precaria de muchos países respecto a otros.
El segundo paso seguido por la red de tratas de personas con fines de explotación sexual es la captación. Los tratantes generalmente se apoyan en reclutadores para realizar el reclutamiento de las personas deseadas para el objetivo final. Estos reclutadores suelen ser residentes nativos del lugar donde “enganchan” a sus víctimas. Estas características les permite conocer con certeza los problemas y necesidades de sus habitantes, comprender los códigos filosóficos y de comunicación, así como la psicología social y cultural imperante. Otra ventaja, y no por última menos importante, es el conocimiento y percepción constante de los vaivenes socioeconómicos y políticos de la sociedad dada lo cual le permite al reclutador realizar su trabajo de manera permanente. De esta manera, estos aprovechan las recaídas económicas en las que se puede ver inmerso dicho conglomerdo social para reclutar exitosamente mujeres necesitadas a menor precio.
Ahora bien, los reclutadores utilizan varias técnicas para el logros de sus objetivos. La primera de ellas es el cambio de vida. Muchas adolecentes se sienten solas por motivos de descriminación, desavenencias familiares o difunsiones familiares. Muchas veces se suma a ello abuso sexual en su infancia o violaciones sexuales con consecuencias de bajas autoestima o trastornos de la personalidad. Al percibir estas circunstancias, los reclutadores buscan un acercamiento con sus futuras víctimas prometiéndoles una amistad desinteresada con palabras y tratos de afecto y protección. Así, paulatinamente, les dibujan la posibilidad de cambiar su vida a partir de la visita a otros lugares o países, conocer gente nueva y diferente (generalmente de mayor nivel económico y cultural que las personas que la rodean) y emprender juntos o en solitario negocios prometedores dada la bonancia económica y posibilidades de aquellos lugares a los que la víctima podría ir. Para ello también se suelen usar ejemplos de personas que “triunfan” aparentemente en esos destinos.
Otra de las técnicas utilizadas por los reclutadores son las ofertas laborales. Esta estrategia suele ser utilizada en complicidad con alguna persona de la localidad de la víctima, que ha identificado quien puede ser vulnerable a una oferta de empleo.[12] Generalmente se buscan mujeres jóvenes y bonitas. Los empleadores procuran que estas muchachas sean bien necesitadas para poder ofertarles pagos por adelantado y préstamos que irán acreciendo la deuda de estas muchachas hacia ellos. Cuando la deuda resulte impagable para la víctima comienza el proceso de control de los movimientos de esta por sus patrones y las exigencias de determinadas acciones.[13]
La última de las técnicas utilizadas en el proceso de reclutamiento al que haremos mención es la seducción. La seducción es una de las técnicas más tradicionales, efectivas y rápidas de reclutamiento. Para ello los reclutadores, generalmente jóvenes muy apuestos, se acercan a las víctimas simulando un interes pasional. Fabrican un pasado tranquilo y creíble. Hablan de su interés por crear una familia hermosa y así la dibujan donde la víctma es parte. Bajo ese canto de sirenas transcurre el tiempo hasta que llegan a casarse y comienzan las pesadillas.
Otra técnica de reclutamiento es la compraventa. Esta variante es más usual sobre niñas y adolecentes vendidas o intercambiadas por cabezas de ganado, drogas y hasta cervezas.[14] Otorgar precio a una persona la cosifica inmedita e irrevocablemente y la coloca en situación de semiesclavitud en el mejor de los casos.
El tercer paso seguido por la red de trata de personas con fies de explotación sexual es el traslado. El traslado de las víctimas significa su separación de las redes familiares o comunitarias, lo cual las debilita y vuelve más vulnerables. Una de las técnicas seguidas en esta etapa es llevar a las víctimas a muchos lugares donde ellas ven muchas personas, en el mejor de los casos, y oyen muchas voces con el objetivo de que se confundan y no puedan identificar siquiera al enganchador inicial.[15]
Generalmente existe un lugar intermedio en el que las mujeres comienzan a ser tratadas “a sangre fría” con el fin de intimidarlas y tornarlas más obedientes. Generalmente esta proceso ocurre cuando están próximas a su destino final o cercanas a zonas de control policial o aduanero. Posteriormente sigue el sometimiento. Estas víctimas son encerradas en alguna habitación, son despojadas de sus documentos legales y de identificación y se les explica la deuda que ellas contraen para su liberación. Es en este preciso momento donde el tratante ha hecho entrega de la “mercancía” y recibe su retribución por ello. A partir de este instante la víctima queda en manos de los proxenetas.
A veces no existe el periodo intermedio antes descrito, pues Las víctimas son trasladadas directamente al lugar donde van a ser explotadas sexualmente. Esto sucede generalmente cuando salen de sus países de origen casadas, contratadas como modelos, bailarinas u otras vías legales similares que sirven como paño simulatorio.
El tercer momento es, a nuestro criterio, el más triste y doloroso por ser donde convergen el tratante y el proxeneta. Nos referimos a la explotación sexual. Es a partir de aquí que empieza el terror inimaginable. A las jovenes y los infantes son obligados a prostituirse en centros nocturnos y, peor aún, hacer pornografía explícita por medio de fotos y videos que son circulados libremente por la internet y vendido en tiendas pornográficas de manera ilícita.
En igual sentido, en el caso de la trata de niños con fines de explotación sexual el tema adquiere otra dimensión, pues significa la máxima expresión de victimización. Entre las causas estructurales fundamentales que la favorecen encontramos los siguientes:[16]
Pobreza: la pobreza es uno de los factores que propician, en primera instancia, la trata de menores con fines de explotación sexual. Muchas veces los tratantes utilizan argumentos como que llevándose a los niños del campo a la ciudad podrán proveerlos de estudios y una educación adecuada. Los padres y familiares acceden a tales propuestas esperanzados con un futuro mejor para los menores en el que puedan ser intelectuales y no acaben como sus parientes trabajando como servidumbre rural. Así los convierten en víctimas de la trata interna. Estos menores victimizados sufren en lo adelante negación de derechos, falta de acceso a servicios sociales como salud, deporte, cultura, educación etc.
Conflictos armados, desastres naturales, emergencias y estados frágiles y/o fallidos: en estos contextos la trata de menores se enmarca en lo conocido como economía de conflicto. En estas situaciones los menores quedan en una especie de suerte de orfandad al ser desplazados dentro del territorio comprendido en un país o refugiados en países vecinos. Ello los torna más vulnerables, situación que aprovechan los tratantes para hayar en la impunidad y falta de control institucional y jurídico su mejor cofrade.
Ausencia de una buena legislación y regulación nacional: muchos países carecen de legislaciones sobre la trata de menores y esto favorece grandemente la labor de los tratantes, pues estos son los países que ellos prefieren para operar.
Movimientos migratorios: los flujos migratorios en los que cada vez están más presentes mujeres y niños y que se han incrementado de manera proporcional a las inequidades entre norte y sur, entre el ámbito rural y el urbano, sitúan a los niños y niñas, una vez más, en un contexto de especial vulnerabilidad. Ello se ve agravado por la criminalización que se hace desde occidente de los emigrantes en situación irregular, situando a estos, más que a las redes de trata y tráfico en sí mismas, en el centro del problema.[17]
Discriminación de géneros, social y desigualdad: la descriminación de género una vez más se manifiesta como factor desencadenante en el fenómeno prostitutivo. A ello sumamos determinadas estratos sociales de este fenómeno socialmente aceptado como sucede en la India y Mauritania.[18]
Las consecuencias de la trata de menores con fines de explotación sexual son varias . entre ellas podemos destacar:
– Contracción de enfermedades de transmisión sexual, como el VIH/ Sida.
– Traumatismos y heridas de diferentes magnitudes.
– Desnutrición y otros síntomas de ausencia de cuidados básicos.
– Embarazos no deseados y abortos forzosos.
– Desarrollo de adicciones a drogas y alcohol ya que en muchas ocasiones los tratantes la utilizan como método para mantener a sus víctimas en una situación de dependencia.
– Secuelas psicológicas y emocionales múltiples: síndrome de estress prostraumático, cuadros severos de ansiedad, trastornos de personalidad psicopática y gran desconfinza hacia los adultos en sentido general.
– Impulsos suicidas que en algunas condiciones conllevan a la muerte.
Hasta aquí hemos abordado de manera suscinta los aspectos fundamentales sobre las criminalidades derivadas de la prostitución. Estas a las que hemos hecho mención en este capítulo no son las únicas pero sí resultan ser las más significativas.
De lo exhibido en este acápite se desprende que el enfrentamiento a las distintas formas de criminalidad a las que hemos hecho mención no es solo una obligación legal sino un imperativo moral y ético social. Esto requiere, además, de una voluntad política para construir sociedades asentadas en los principios de justicia social y equidad, en la que la trata y el proxenetismo no tienen cabida ni razón de ser.
Profesor del Departamento de Estudios Jurídicos Básicos de la Facultad de Derecho de La Universidad de la Habana. Coordinador General de la Red Iberoamericana de Ciencias Penales Criminología
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