¿Deben los sindicatos modificar sus funciones –y en qué sentido– en el marco de la globalización, las reformas laborales y los FLC?

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La[1] globalización de la economía[2] –determinante de la apertura comercial y de la suscripción de tratados de libre comercio (TLC) y, en consecuencia, generadora de un aumento de la competencia en los mercados de productos y de políticas empresariales  más interesadas en la reducción de los costos laborales que en la concesión de nuevos o mayores beneficios a los trabajadores[3]– y las reformas laborales –la desregulación de las instituciones protectoras de los trabajadores– han generado desafíos para el sindicalismo[4], relacionados con las formas tradicionales de organización sindical, la conformación de centros estratégicos de acción sindical, el discurso ideológico y la articulación del movimiento sindical con los partidos políticos[5]; y vinculados también,  con la coordinación entre los agentes sociales[6] y la prestación de nuevos servicios[7]. Para encararlos, los sindicatos deben incontestablemente modificar el ejercicio de las funciones sindicales[8]: la representación de los intereses profesionales, las acciones de reivindicación y de participación y la negociación colectiva[9].

En este trabajo y en el contexto latinoamericano, procuramos desarrollar brevemente cada uno de tales aspectos. Presentamos algunos desafíos al movimiento sindical, nuestra conclusión al respecto y una apreciación en perspectiva.

1. El establecimiento de sindicatos en atención a su base geográfica

Un primer desafío afecta la función de representación de los intereses profesionales: las formas tradicionales de organización sindical dificultan y hasta impiden la sindicación[10].

Ciertamente, el fortalecimiento de la representatividad de los sindicatos constituye un aspecto importante “de la necesaria adaptación del sindicalismo a la evolución del mundo”[11]. Así, debe considerarse la necesidad de revisar las estructuras sindicales actuales[12].

En América Latina predominan los sindicatos de empresa[13], que congregan a los trabajadores de una sola empresa y restringen el tamaño del sindicato al tamaño de aquélla. Pero al regular los requisitos para constituirlos, las legislaciones latinoamericanas señalan el número mínimo de trabajadores requeridos al efecto[14], que acostumbra ser alto en relación con el tamaño promedio de las empresas[15]. En verdad, dichos sindicatos “son absolutamente inadecuados a países cuyas empresas son, en general, de mediana o pequeña dimensión porque –en tales circunstancias– resultan proclives a la atomización y debilitamiento del movimiento sindical”[16].

Además de la dimensión de las empresas, las modalidades de contratación (los contratos de trabajo de duración determinada) y la flexibilización del tiempo de trabajo obstruyen igualmente la sindicación por empresa[17].

Entonces, convendría promover la organización de los sindicatos en atención a su base geográfica, “que puede reducirse a una parte del territorio nacional, a todo el territorio nacional y aun internacionalizarse”[18]. Para enfrentar las nuevas formas de organización de las empresas, que  se instalan en lugares en los que nunca hubo sindicatos, y con miras a conciliar la concentración espacial de los trabajadores con sindicatos que la evidencien, debiera tratarse de combinar la instauración territorial de las empresas con el movimiento sindical; es decir, “los sectores económicos que han surgido como resultado de la liberalización comercial en lugares sin tradición sindical podrían ser objeto de una ofensiva orientada a la sindicalización de los trabajadores de esos nuevos sectores, como son los de la industria maquiladora, la cosecha de fruta y las flores de exportación, y los servicios públicos. También podrían servir para organizar categorías sociales como las mujeres o los jóvenes que son contratados en condiciones muy precarias”[19]. En suma: “El sindicalismo debe explorar esas alternativas para adecuar las características del nuevo aparato productivo y del nuevo marco institucional a los requisitos de la representación colectiva de los trabajadores[20].

En similar orientación, puede proponerse al respecto “la articulación de la diversidad del mundo del trabajo y la ampliación de las formas de representación”[21].

2. La conformación de centros estratégicos de acción sindical

Los  sindicatos desempeñan predominantemente su función de representación de los intereses profesionales a través de actitudes de reivindicación, de enfrentamiento, de contestación  a los intereses estatales o empresariales[22]. El segundo desafío concierne, pues, a esta acción sindical de reivindicación.

En esta línea, debiera establecerse centros estratégicos de acción sindical para fortalecer la acción reivindicativa en los sectores estratégicos de la nueva economía y  estimular, por tanto, una renovación del sindicalismo, de sus formas de organización y de sus formas de acción[23]. “En efecto, en la industria maquiladora, en la industria de la cosecha y empaque de fruta y de flores de exportación, en la manufactura de autopartes, en las telecomunicaciones y en algunos servicios públicos como la salud y la educación, o no existen sindicatos o no desempeñan el papel que deberían desempeñar dada la importancia de esos sectores en el TMI (modelo de desarrollo consistente en la “transnacionalización” del mercado interno). El movimiento obrero, a partir de esta nueva realidad, en vez de localizar su atención en sus bases tradicionales de apoyo, podría concentrarse en estos sectores que, por ocupar un lugar estratégico en la economía, podrían convertirse en centros de acción sindical que pudieran cuestionar las formas a través de las cuales se han implementado hasta ahora las estrategias exportadoras”[24].

3. La cuestión ideológica[25]

Los sindicatos ejercen asimismo su función de representación de los intereses profesionales mediante una actitud de participación, tanto en organismos públicos o sociales como en la empresa. En la actualidad, “la participación del sindicato en la vida pública de los países ya es una de las funciones sindicales importantes. Hoy, el sindicato participa ampliamente en la vida social, económica y política de numerosos países, poseyendo representantes en gran cantidad de órganos gubernamentales y de las propias empresas, públicas y privadas”[26]. Así, el tercer desafío atañe a esta acción sindical de participación.

Precisamente, los sindicatos debieran elaborar un “discurso ideológico” y participar mediante la formulación de proyectos que den sentido a las reivindicaciones logradas o pretendidas. Por ejemplo, la tendencia a la informalidad de los mercados de trabajo (y de las relaciones laborales), el estancamiento de las remuneraciones y la exclusión de los sindicatos de los organismos de toma de decisiones en las instituciones de la salud o de la seguridad social “pueden ser enfrentados a través de propuestas y de alternativas formuladas por los trabajadores[27].

En este orden, convendría también a los sindicatos “la legitimación de los derechos laborales de cara a la opinión pública conquistando espacios en los medios de comunicación de masa y abriendo nuevas formas de solidaridad social”[28].

4. La rearticulación del movimiento obrero con los partidos políticos

Un cuarto desafío consiste en la rearticulación del movimiento obrero con los partidos políticos[29]. Tema este, vinculado a la acción sindical participativa y al ejercicio de la negociación colectiva.

Esto, porque: “De una subordinación estrecha a los imperativos de los partidos tanto en la versión corporativa como en la versión clasista, el movimiento obrero ha pasado a una marginación de sus intereses específicos en el ámbito político. A la deriva, sin articulaciones significativas (…) los sindicatos defienden a duras penas espacios en el ámbito de la negociación colectiva, sabiendo que sin vinculaciones con la política, esos espacios son frecuentemente ineficaces. Por lo cual, el movimiento obrero (…) podría quizás recuperar algún grado de influencia en la definición de los objetivos de algunos partidos políticos, los cuales, a su vez, podrían encontrar en el actor sindical, a un aliado que pudiera contribuir con sus votos pero también con sus ideas a la democratización del proceso de toma de decisiones en el modelo de desarrollo de la transnacionalización del mercado interno”[30].

5. La coordinación entre los agentes sociales

La coordinación entre los agentes sociales constituye un quinto desafío, que corresponde al ejercicio de la negociación colectiva.

Así, debiera facilitarse la coordinación entre los sindicatos y las organizaciones empresariales para la fijación de remuneraciones y el establecimiento de las condiciones de trabajo[31]. Tal coordinación influye decididamente sobre el funcionamiento del mercado de trabajo y el rendimiento macroeconómico[32]. Conforme demuestra un reciente estudio promovido por el Banco Mundial, una negociación colectiva coordinada conduce a mejores resultados económicos respecto a negociaciones “semicoordinadas”, y éstas, a su vez, mejores respecto a negociaciones “descoordinadas”: en los países donde existe una negociación colectiva “altamente coordinada”, el desempleo tiende a ser menor y menos persistente, la desigualdad salarial es también menor y las huelgas son pocas y de corta duración[33]. Específicamente, la coordinación entre empleadores tiende a producir menor desempleo; al tiempo que la “atomización” sindical y la existencia de diversas confederaciones tienden a propiciar desempleo e inflación[34]. En definitiva, “la coordinación entre los agentes sociales puede promover un mejor clima para la inversión y a la vez fomentar un distribución más equitativa de la producción”[35].

La coordinación entre los agentes sociales incide sobre el nivel de la negociación colectiva[36]. Entonces, los gobiernos, los empleadores y los trabajadores pueden recurrir a la negociación colectiva coordinada (o mejor, “centralizada”), “a nivel nacional”, para “asegurarse” frente a las perturbaciones que puedan ocasionar los mercados internacionales. “De hecho, aquellos países que están más expuestos a riesgos externos (tales como la apertura al comercio internacional) tienden a tener una estructura salarial más comprimida, sistemas de negociación colectiva más centralizados y un salario mínimo relativamente más alto”[37].

6. Prestación de nuevos servicios

A saber, “la crisis que atraviesa el Estado del bienestar y las dificultades que conocen los sindicatos para mantener sus afiliados o para atraer nuevos miembros han suscitado un nuevo interés por los servicios sociales que los sindicatos pueden brindar a sus miembros… para un número creciente de empleados y técnicos, la acción colectiva que preconizan los sindicatos aparece menos atractiva que las posibilidades de éxito profesional individual. Si el sindicato no les ofrece bastante, estas categorías de trabajadores no tendrán suficiente motivación para mantener su afiliación”[38].

También: “Las organizaciones representativas de trabajadores y empledores, de hecho desprovistas de parte o gran parte de sus funciones originales suelen orientarse hacia funciones de asesoramiento y orientación de las organizaciones de base y de los trabajadores interesados; de movilización; de vinculación y articulación con otras organizaciones de la sociedad civil y, de copartícipes en procesos de diálogo moacrosocial, cuando existen”[39].

Así, pues, además de las funciones de representación, de reivindicación y participación y del ejercicio de la negociación colectiva, el sindicato realiza distintas actividades laterales, vinculadas con la formación profesional, el quehacer cultural, la salud, la rehabilitación y protección de minusválidos, obras sociales de distinta clase e incluso actividades comerciales, industriales y financieras[40]. También brindan información sobre el mercado de trabajo y las posibilidades de colocación.

Sin embargo, los sindicatos no deben perder de vista sus funciones esenciales; “no deben evidentemente dedicar demasiada energía a unas actividades en las que tendrán que competir cada vez más con otras entidades, olvidando su verdadera razón de ser”[41]. En definitiva, se debe “mantener intacto el objetivo primordial, verdadera razón de ser del sindicalismo: la defensa de los intereses de los trabajadores, un objetivo que no puede ser subordinado a ningún otro”[42].

Tal circunstancia instituye un sexto desafío.

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7. Conclusión y perspectiva

El movimiento sindical es un elemento indispensable para el equilibrio social y para la sociedad en su conjunto, constituye también un “factor de cambio”[43].

Sin perjuicio de ambas consideraciones y para encarar con éxito la globalización de la economía, los sindicatos[44] debieran adecuarse a los “nuevos tiempos”, esto es, enfrentar los desafíos consecuentes y “cambiar” ellos mismos: modificar sus funciones y la forma como tradicionalmente las han venido desempeñando: la representación de los intereses profesionales, las acciones reivindicativa y participativa y el ejercicio de la negociación colectiva.

Visto el tema en perspectiva y aunque las instituciones sociales afirmadas sobre principios asociativos tardan para transformarse, “la hipótesis más verosímil es que también los sindicatos evolucionarán”[45]. En verdad, “el secreto del a permanencia del sindicalismo es precisamente el haberse siempre adaptado con éxito a la evolución de las sociedades”[46].

A propósito de la evolución futura de la acción sindical transnacional e internacional y a pesar de las dificultades actuales, “las perspectivas son potencialmente buenas en razón del trabajo paciente y eficaz realizado por los sindicatos internacionales durante los últimos años”[47]. No debe excluirse “la creación progresiva de un sistema jurídico transnacional de relaciones laborales que impondría a las empresas multinacionales el respeto de ciertas normas mínimas”[48].

De todos modos y frente a una realidad tan desfavorable a su desarrollo, “el sindicalismo debe mantener firme su objetivo de defensa de los intereses de los trabajadores (…), para salvaguardar el valor del trabajo humano. Lo importante es que tengan conciencia de que esa defensa es fundamental para asegurar un auténtico desarrollo humano (no sólo económico), en cuanto aquél constituye una dimensión fundamental de la existencia del hombre en la Tierra y es la clave de la cuestión social (…). Ese objetivo sólo podrán lograrlo en cuanto consideren que esa defensa (que, más aún, debe ser una efectiva promoción de la justicia social) debe realizarse a través de medios adecuados a la actual situación de cambio acelerado. Muchos de los instrumentos que se utilizaron en el pasado, y que dieron excelentes frutos, hoy quizá no sirvan frente a la modificación de las circunstancias que requieren otras técnicas de protección, a fin de asegurarle al hombre actual la posibilidad real (no sólo en el discurso) de alcanzar un pleno desarrollo de su existencia en su total integridad”[49]

Lima, marzo del 2005.

 
Notas
[1] El presente trabajo integra (con mínimas adaptaciones) el ensayo Los sindicatos en el contexto de la globalización, los Tratados de Libre Comercio y las reformas laborales, que el autor presentó como ponencia al Primer Congreso Nacional de la Sociedad Peruana de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social y que ha sido publicado en el libro Desafíos y perspectivas del Derecho del Trabajo y de los Regímenes de Pensiones en el Perú. Primer Congreso Nacional de la Sociedad Peruana de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, Lima, Sociedad Peruana de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, 2004, pp. 275-289.
[2] En este trabajo, utilizamos indistintamente y como sinónimos los términos globalización, internacionalización y mundialización de la economía.
[3] “Una mutación económica que afecta a todos los países ha venido a establecer nuevas relaciones de fuerza entre los actores sociales: … la mundialización de la economía, fenómeno que toma varias formas, tales como la expansión de las empresas multianacionales y la multiplicación de los tratados de integración regional (la Unión Europea, el Mercosur, etc.). Gran número de los cambios que se pueden observar en este momento en la escena laboral y sindical son la consecuencia directa de esta globalización de la economía” (SPYROPOULOS, Geroges, El sindicalismo frente a la crisis: Situación actual y perspectivas futuras, en “Revista de Relasur”, 1994, p. 84.
[4] “Hoy los sindicatos se encuentran con la necesidad de replantear su actuación en el nuevo marco de una economía internacionalizada y enormemente compleja. Un replanteamiento que debe también tener en cuenta las nuevas pautas culturales de las sociedades actuales, diferentes de las imperantes a principios de siglo cuando cristalizaron muchos de los idearios y tramas organizativas de los actuales movimientos sindicales” (RECIO, Albert, Trabajo, personas, mercados. Manual de Economía Laboral, Barcelona, Icaria / Fuhem, 1997, p. 205). Al  respecto, Emilio MORGADO VALENZUELA sostiene: “… la “cuestión social” instalada en nuestros países hacia finales del siglo XIX, no ha desaparecido del todo sino que se ha transformado y ahora presenta nuevas causas, expresiones y modalidades, que requieren de nuevos enfoques e instrumentos de acción para atenderla. En efecto, los problemas sociales derivados de la implantación del industrialismo han cedido paso a los problemas sociales nacidos del intenso, veloz y extendido proceso de cambios que hoy vivimos, especialmente en lo referido a las transformaciones de los modelos y estilos de desarrollo e intercambios comerciales en un mundo cada vez más globalizado, con los consiguientes cambios en la organización y sistemas de producción, las innovaciones tecnológicas y la organización del trabajo (…) Asimismo, los cambios han acelerado la ampliación del campo de las inseguridades e incertezas, y –en cierta medida– han dado cabida a confusiones entre lo que son principios y medios, así como al creciente reemplazo de lo social por lo individual y al abandono de ciertos valores éticos (…) Los cambios habidos en los sujetos individuales de la relación de trabajo han repercutido en los actuales perfiles, desafíos y funciones de los correspondientes sujetos colectivos. En general se puede señalar que asistimos a un fortalecimiento de las relaciones individuales de trabajo en desmedro de las relaciones colectivas, por lo que el protagonismo de los sujetos tiende a expresarse en niveles descentralizados como la empresa, el establecimiento, el lugar de trabajo y el trabajador individualmente considerado (…) También se debe comprender que las causas y contenidos de la actual cuestión social son diferentes de los que fueron propios de la habida en el pasado, por lo que ahora no procede repetir mecánicamente las recetas y los discursos de ayer, sino que ellas deben ser funcionales con las necesidades nacidas de los problemas de hoy” (MORGADO VALENZUELA, Emilio, Desafíos y perspectivas del Derecho del Trabajo. En: Desafíos y perspectivas del Derecho del Trabajo y de los regímenes de pensiones en el Perú. Primer Congreso Nacional de la Sociedad Peruana de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, Lima, Sociedad Peruana de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, 2004, pp. 27-28, 30 y 35). 
[5] ZAPATA, Francisco, ¿Crisis del sindicalismo en América Latina?, México, El Colegio de México, 2003, p. 22.
[6] Vid. AIDT, Toke y Zafiris TZANNATOS, Unions and Collective Bargaining. Economic Effects in a Global Environment, Washington DC, The World Bank, 2002, p. 11 y ss.
[7] ORGANIZACIÓN INTERNACIONAL DEL TRABAJO (OIT), El trabajo en el mundo. Relaciones laborales, democracia y cohesión social, Ginebra, Oficina Internacional del Trabajo, 1997, p. 33.
[8] Para Pierre ROSANVALLON (La question syndicale. Histoire et avenir d’une forme sociale, Parías Calmann-Levy, 1988), la “esencia profunda del fenómeno sindical” es lo que está en cuestión, las “tres funciones esenciales: representar a grupos, contribuir a la regulación social, organizar la solidaridad”.    Sobre las funciones sindicales, vid. también: ERMIA URIARTE, Óscar, Sindicatos en libertad sindical, Montevideo, Fundación de Cultura Universitaria, 1985, pp. 45-47.
[9] Sobre las funciones sindicales, vid.: ERMIDA URIARTE, Óscar, Sindicatos en libertad sindical, Montevideo, Fundación de Cultura Universitaria, 1985, pp. 45-47.
[10] “Los modelos de organización sindical son otro factor que influye sobre la evolución de los sindicatos frente a los cambios económicos y sociales. Por ejemplo, el carácter unitario o pluralista de las estructuras sindicales puede influir sobre la capacidad del sindicalismo de hacer frente a las dificultades creadas por el cambio del entorno económico y social” (SPYROPOULOS, Georges, op. cit., p. 87).
[11] Ibid.,  p. 101.
[12] Loc. cit.
[13] “En casi todas las legislaciones latinoamericanas se privilegia la existencia de sindicatos de empresa” (MORGADO VALENZUELA, Emilio, Las relaciones laborales y el tamaño de las empresas. Ponencia presentada al III Congreso Regional de las Américas, 1999. En: III Congreso Regional de las Américas. Las Relaciones de Trabajo en el Siglo XXI, Lima, Asociación Peruana de Relaciones de Trabajo, 1999, p. 65). “Las razones para el predominio de este tipo de organización menor (los sindicatos de empresa) debemos encontrarlas en la historia, la legislación y la idiosincrasia” (PASCO COSMÓPOLIS, Mario, Realidad actual de la negociación colectiva en Iberoamérica, Lima, Asociación de Relaciones Industriales, 1979, p. 11).
[14] Sobre el tema, puede verse: SACO BARRIOS, Raúl, ¿Debe exigirse un número mínimo de afiliados para la constitución de sindicatos de empresa? Estudio elaborado para la incorporación del autor a la Sociedad Peruana de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, Lima, 2003. Ahí  presentamos los planteamientos doctrinarios sobre la vinculación entre el número mínimo y el ejercicio de prácticas antisindicales o discriminatorias o que relievan la inconveniencia del establecimiento de un número mínimo –principalmente por que dificultaría la sindicación en las micro y pequeñas empresas.
[15] MORGADO VALENZUELA, Emilio, loc. cit.
[16] ERMIDA URIARTE, Óscar, op. cit., pp. 83-84. En la región, sin embargo, “en términos generales los Estados se han mostrado indiferentes frente al debilitamiento de los sindicatos, con lo cual han confirmado el desequilibrio de fuerza entre éstos y la empresa” (ROMERO MONTES, Francisco Javier, La reconstrucción del sindicalismo. En: AUTORES VARIOS, La reforma laboral en el Perú. El Derecho del Trabajo y la Política Laboral del Estado. Coordinador: Luis Pastor Iturrizaga, Lima, Universidad Inca Gracilazo de la Vega – Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, 2002, p. 100.
[17] ZAPATA, Francisco, loc. cit.
[18] ERMIDA URIARTE, Óscar, op. cit., p. 84.
[19] Loc. cit.
[20] Loc. cit. (énfasis y letras cursivas nuestros).
[21] SULMONT, Denis, Sociología del Trabajo y de la empresa en el Perú: un balance”, en revista “Debate en Sociología”, Lima, PUCP, 1995, Nº 19, p. 33.
[22] ERMIDA URIARTE, Óscar, op. cit., pp. 46-47.
[23] ZAPATA, Francisco, loc. cit.
[24] Loc. cit. (el texto entre paréntesis es  nuestro).
[25] Hace más de cuarenta años, Michel CROZIER ya había escrito: “Debe observarse en las sociedades más evolucionadas, y en función del éxito mismo de las organizaciones sindicales, un debilitamiento general, aun en épocas de crisis, del aspecto revolucionario de la ideología sindicalista …” (CROZIER, Michel, Movimiento obrero y conflictos del trabajo. En: FRIEDMANN, Georges y NAVILLE, Pierre (editores), Tratado de Sociología del Trabajo, México, Fondo de Cultura Económica, 1963, KVol. 2, p. 189). A decir de Georges SPYROPOULOS, “la evolución de las orientaciones ideológicas de los sindicatos es (también) un ejemplo del impactoq eu tuvieron los cambios ocurridos sobre los sindicatos. En Europa y América Latina, don de el movimiento sindical tenía en su mayoría una larga tradición de orientación ideológica, las fidelidades políticas tradicionales de los sindicatos están últimamente perdiendo su dominio y las rivalidades ideológicas van atenuándose” (SPYROPOULOS, Georges, op. cit., p. 89). Y más recientemente, Mozart Victor RUSSOMANO anota: “Hoy, el hecho polìtico más importante del siglo XX –con  todos sus dramas, sus guerras, sus descubrimientos científicos, sus aventuras interplanetarias y su progreso tecnológico– fue la destrucción, ante nuestros perplejos ojos, de la  Unión Soviética, que provocó grandes cambios en los rumbos de la historia universal y en las ideologías contemporáneas …” (RUSSOMANO, Mozart Victor, Globalización, Neoliberalismo y Derecho del Trabajo, en revista “Análisis Laboral”, Lima, vol. XXVI, Nº 302, agosto 2002, Especial Latinoamérica, p. II).
[26] ERMIDA URIARTE, Óscar, op. cit., p. 47.
[27] ZAPATA, Francisco, op. cit., p. 24 (letras cursivas nuestras).
[28] SULMONT, Denis, loc. cit . Al respecto, podemos citar un interesante comentario de Juan José Gorriti, secretario general de la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP), quien hace algún tiempo participó como invitado en una reunión de la Sociedad Peruana de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social (Lima, 14 de noviembre del 2003) y, a propósito de una pregunta nuestra sobre la existencia de un “plan estratégico” en la organización, señaló que en un “congreso estatutario” ha quedado establecida la necesidad de un cambio acerca de ciertos puntos clave y objetivos primordiales para la lucha sindical: se busca que la organización sea una central “de los trabajadores”, que constituya “un referente real de los trabajadores y del pueblo”, un “interlocutor social” frente a las autoridades y quienes participan de la vida política del país; se pretende que se entienda que se trata de  “una organización pública y no una organización clandestina” –pero ésta  carece de recursos económicos para una más amplia difusión de sus fines e intereses mediante avisos pagados en los medios de comunicación–; se plantea el uso del “diálogo” y la “apertura de nuevos espacios”–v. gr., dialogar también con los gobiernos regionales–; a largo plazo y en conjunto con todas las fuerzas sociales se considera la “refundación” del Perú –“el  país requiere cambios profundos para erradicar la corrupción”– mientras que en el corto plazo se procura la “recuperación de derechos perdidos” o la “ampliación de derechos reducidos”.
[29] Hoy por hoy, puede evocarse curiosamente un hecho notorio previo a la reforma laboral peruana de los años 1991 y siguientes: “Es una constante el que detrás de todo sindicato poderoso hay un partido político, una realidad que no se puede negar ni soslayar (…) No parece necesario a estas alturas, por consiguiente, gastar tinta en el debate sobre la necesidad, la conveniencia, la validez ética de la relación partido-sindicato. Hay una situación de hecho tan poderosa que agota la polémica, una sola e incontrastable verdad: Quiérase o no, sindicato y partido político siempre se buscan. Y generalmente se encuentran” (PASCO COSMÓPOLIS, Mario, Los sindicatos en el Perú. En: Los sindicatos en Iberoamérica. Coordinador: Mario Pasco Cosmópolis, Lima, Aele, 1988, pp. 287-288 (énfasis del mismo autor citado).
[30] ZAPATA, Francisco, op. cit.,  p. 23 (letras cursivas nuestras). Ya en 1993, el propio ZAPATA había adelantado al respecto que “el problema de fondo (…) es el de la articulación con partidos que deben mediar las demandas específicas de los trabajadores sindicalizados y convertirlas en conquistas generales para todos los trabajadores, estén o no organizados en sindicatos” (ZAPATA, Francisco, ¿Crisis del sindicalismo en América Latina?, en revista “Economía & Trabajo”, año I, Nº 2, julio – diciembre 1993, p. 17.
[31] “Collective bargaining is potentially a powerful means to facilitate bargaining coordination; that is, the extent of coordination between unions and employers´ organizations in wage setting and other aspects of industrial relations (for example, working conditions, holidays and leave provisions and so on)”. AIDT, Toke y Zafiris TZANNATOS, op. cit., p. 11.
[32] Loc. cit.
[33] Ibid., p. 12.
[34] Loc. cit.
[35] Mamphela Ramphele (Directora Gerente para el Desarrollo Humano, Banco Mundial), en el prólogo del libro: AIDT, Toke y Zafiris TZANNATOS, cit., p. viii.
[36] Ibid., p. 11.
[37] Banco Mundial Press Release Nº : 2003/211/S.
[38] SPYROPOULOS, Georges, loc. cit.
[39] MORGADO VALENZUELA, Emilio, Desafíos y perspectivas…, cit., pp. 30-31.
[40] ERMIDA URIARTE, Óscar, loc. cit.
[41] OIT, op. cit., p. 34.
[42] SPYROPOULOS, Georges, op. cit..,  p. 100.
[43] CROZIER, Michel, op. cit., p. 174.
[44] También las empresas y los gobiernos, por cuanto concierne a las funciones que les son propias. Por lo común, se pido todo o mucho a las organizaciones sindicales y poco o nada a los empresarios y gobiernos. No se toma en cuenta que tanto los sindicatos como los empresarios y gobiernos están involucrados en el proceso de globalización y su impacto y que, por eso mismo, todos deben “adecuarse” a las nuevas circunstancias. Como antoa SPYROPOULOS: “Si  hay crisis del sindicalismo, es porque las instituciones del trabajo en su conjunto –la empresa, los sistemas de producción, el Estado del bienestar, etc.– están también en crisis” (SPYROPOULOS, Georges, op. cit., p. 82). 
[45] OIT, op. cit., p. 55.
[46] SPYROPOULOS, Georges, op. cit., p. 102.
[47] Ibid., p. 99. Este autor agrega: “Los progresos significativos realizados durante la construcción europea –incluso la dimensión social de ella, a pesar de las debilidades bien conocidas de los acuerdos realizados en Maasricht en diciembre de 1991– son un ejemplo de esta aceleración del proceso de transnacionalización. El espectacular derrumbe de los regímenes marxistas-leninistas en la ex Unión Soviética y los países de Europa oriental es otro ejemplo del potencial de recomposición y de reorientación, a medio plazo, del movimiento sindical internacional” (ibid., pp. 99-100).
[48] Ibid., p. 100.
[49] VÁZQUEZ VIALARD, Antonio, Sindicatos y movimiento obrero. Asociacionismo empresarial. En: Instituciones de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social. Coordinadores: Néstor de Buen Lozano, Emilio Morgado Valenzuela, México, Academia Iberoamericana de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social – Universidad Nacional Autónoma de México, 1997, pp. 167-168.

Informações Sobre o Autor

Raúl Saco Barrios

Abogado. Profesor de Derecho del Trabajo en la Facultad de Derecho y en la Escuela de Graduados (Diploma de Postgrado en Derecho de la Empresa) de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Actualmente, sigue la Maestría en Relaciones Laborales en la misma universidad. Miembro de la Sociedad Peruana de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social.


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